El suelo, una víctima silenciosa de los incendios forestales

En los fuegos que arrasan miles de hectáreas cada año existe un damnificado al que nadie presta atención pero cuyas consecuencias ecológicas son muy graves: el suelo.

El verano y sus altas temperaturas son las condiciones ideales para la propagación de incendios y por ello en esta época vemos arder terrenos cada año. De entre los más recientes, destaca el de Tarragona, que arrasó unas 6.000 hectáreas de superficie forestal.

El fuego puede tener un sinfín de consecuencias, entre ellas, las más preocupantes son las humanas, ya que es un peligro para la salud y la vida de las personas que se encuentren en la zona incendiada o habiten cerca de ella. También lo es para los animales y la vegetación y puede provocar grandes daños materiales. Pero hay una consecuencia importante que la gran mayoría pasa por alto: el suelo. La erosión tras los incendios forestales provoca una pérdida de suelo que supone el daño ecológico más grave puesto que se trata de la fuente de nutrientes de la vegetación y la fauna. Además, la recuperación de este recurso natural es muy lenta.

Una de las consecuencias que tienen los incendios forestales para el suelo es la erosión, que en los terrenos incendiados aparece fundamentalmente con las primeras lluvias. La impermeabilidad de la superficie se multiplica debido a que el arrastre de cenizas y otras partículas deforma la estructura superficial del suelo, compactándolo y obstruyendo su porosidad. Estas condiciones tienen un elevado potencial erosivo.

La erosión más grave es la química, que hace que el suelo pierda sus nutrientes y merma su fertilidad. Pese a que tras los incendios la materia orgánica se mineraliza y nutre el suelo, este fenómeno dura muy poco y esos nutrientes se pierden rápidamente. La realidad es que la mayoría de los elementos nutritivos se pierden en la atmósfera debido a que la combustión los transforma en volátiles y otros se pierden disueltos en las aguas corrientes, por lo tanto, el suelo pierde fertilidad.

La acción del calor también supone la muerte de muchos organismos, lo cual supone una disminución de la actividad de la actividad biológica del suelo y, por consiguiente, una afectación negativa a los ciclos biogeoquímicos de muchos elementos que dependen de la biota del suelo.

Además de todas las consecuencias directas al suelo que tienen los incendios que hemos comentado, cabe añadir que también provoca la alteración de los recursos hídricos, favoreciendo inundaciones e induciendo la contaminación del agua.

En definitiva, la acción del fuego puede suponer consecuencias muy graves y, en algunos casos, irreversibles para un recurso natural fundamental como es el suelo. Por ello, es importante protegerlo y actuar debidamente en la rehabilitación de las zonas quemadas.