Las aguas subterráneas, elemento clave frente al cambio climático

El calentamiento global influye de manera negativa en la cantidad y la calidad de la disponibilidad hídrica

Cada vez llueve peor y es consecuencia del cambio climático. Además de un incremento de las temperaturas, en los últimos años se está observando un aumento de la irregularidad en el régimen de precipitaciones como efecto del calentamiento global. El aumento en la recurrencia e intensidad de los fenómenos extremos, inundaciones y sequías, genera un impacto negativo muy importante en la oferta y demanda de agua.

Esta irregularidad en el régimen de precipitaciones impacta de manera especial en las aguas subterráneas. La capacidad de recarga de los acuíferos se ve reducida por dos aspectos principales, por un lado, la propia disminución del régimen ordinario de precipitaciones, que difícilmente se compensa por la recarga con los episodios de precipitaciones torrenciales. Por otro lado, el incremento de la evapotranspiración, el fenómeno que aúna la evaporación y la transpiración de las plantas y que reduce la capacidad de infiltración de agua en el suelo. Por tanto, se espera que la disponibilidad de agua subterránea vaya disminuyendo a medida que se intensifique el calentamiento global.

El aumento de temperatura de la tierra provoca también un aumento de la demanda de agua, especialmente en el sector agrícola por efecto de una mayor evapotranspiración.

Se debe tener en cuenta que el cambio climático no sólo afecta a los aspectos cuantitativos de las aguas subterráneas, sino que se pueden dar casos de pérdida de calidad del agua en los acuíferos. El ejemplo más visible es la salinización de los acuíferos costeros, que se produce por una intrusión marina favorecida por la disminución de los niveles piezométricos y por un mayor aprovechamiento de las aguas subterráneas.

España es el quinto país del mundo en número de grandes presas, pero es en los episodios de déficit hídrico cuando se recurre al aprovechamiento de las aguas subterráneas, de ahí la tendencia a calificar a las aguas subterráneas de recurso estratégico. Pero los escenarios de cambio climático obligan a empezar a tratar a esos recursos estratégicos casi como ordinarios. Es necesario, por tanto, fortalecer las herramientas de gestión integrada, analizando la disponibilidad de cada una de las fuentes de agua (superficial, subterránea, regenerada, desalada) y planteando el mix de agua en cada momento y lugar bajo un concepto de resiliencia y minimización del riesgo. Y para ello estamos obligados a incrementar nuestro conocimiento de las aguas subterráneas y de su comportamiento ante situaciones extraordinarias.

Saber cómo se comporta cada una de las masas de agua subterráneas, qué volumen pueden aportar al sistema hídrico de forma sostenible, a qué presión se ven sometidas actualmente y en el futuro y cómo puede impactar el cambio climático en los acuíferos es un deber al que tenemos que hacer frente de manera inmediata. Para adquirir ese conocimiento e implantar las herramientas de gestión necesarias se han de invertir recursos y medios, de lo contrario, nos encontraremos ante situaciones en las que las aguas subterráneas no puedan ser tratadas ni siquiera como un recurso estratégico.

El departamento de Hidrogeología y Recursos Hídricos de ESOLVE tiene un amplio conocimiento sobre el comportamiento de las aguas subterráneas y es experto tanto en el estudio como en la gestión de este recurso.